El fallo muscular, es uno de los métodos de entrenamiento que se suele emplear para realizar repeticiones. Ya hablé en profundidad sobre este concepto, por lo que para lo que todavía no estáis habituados al mismo, os facilito el enlace del artículo para que podáis seguir perfectamente el hilo argumental:
Entrando en más materia, hay un hecho que quiero destacar sobre el entrenamiento al fallo muscular. Es cierto, que sí seguimos un programa de ejercicios bien estructurado, el entrenamiento al fallo muscular tiene su sentido y puede ser muy útil.
Pero lo que no es conveniente, ni adecuado, es que todas las series se trabajen hasta que no podamos más. Esto, es totalmente contraproducente más allá de lo que puede dictar la lógica. En el deporte, más no significa mejor y es importante que esto nos quede claro.
Por mucho que notemos al músculo trabajar y por muy congestionado que notemos ciertos grupos al trabajar, no significa que van a mejorar más. Tristemente, esta lógica perniciosa está arraigada en lo más profundo de nuestra mente, ya que suele ser el estilo predominante a la hora de hacer ejercicio.
Trabajar con intensidades elevadas de forma reiterada, provoca que el músculo y el sistema nervioso central acabe totalmente extenuados y bloqueados. Esto produce que nuestro cuerpo empiece a catabolizar masa muscular a consecuencia del sobreentrenamiento acumulado. Cuando el cuerpo está totalmente agotado y desfallecido, comienza a quemar músculo buscando energía con la que poder seguir rindiendo.
El cuerpo, dependiendo de la genética propia de cada uno varía la capacidad de aguante del entrenamiento al fallo muscular. Pero, por norma general, dos semanas de elevada intensidad durante un entrenamiento al fallo muscular, es lo que suele aguantar nuestro organismo.
Posteriormente, habría que modular el volumen y/o la intensidad, para permitir que el efecto de sobrecompensación muscular pueda aparecer y permitir que el cuerpo se reconstruya y siga creciendo. Recordad, que para que el cuerpo pueda evolucionar, necesita comer bien y descansar. Si no permitimos que el cuerpo se recupere del esfuerzo, no va a desarrollarse, sino que va a menguar.
Este pensamiento, parece que no encaja en los protocolos mentales de muchas personas, y siguen considerando el entrenamiento al fallo muscular como un dogma inamovible que deben seguir ciertamente. No voy a decir que la responsabilidad sea únicamente del propio deportista, dado a que múltiples revistas de corte deportivo recomiendan entrenar al fallo muscular siempre para evolucionar.
La verdad, es que estos sistemas de entrenamiento al fallo muscular de forma habitual sólo tienen sentido si vamos puestos de hormonas anabolizantes hasta las orejas. La capacidad de recuperación y de aguante de un atleta que consume este tipo de sustancias, es muy superior a la de cualquier otra persona, pudiendo soportar perfectamente el entrenamiento al fallo muscular con más regularidad.
Muchos sujetos, que comienzan a entrenar, ven a los más fuertes entrenar como auténticas mulas, con unas cargas letales, entrenando hasta que no pueden más. Piensan que ésa es la receta del éxito, pues si el más grande entrena así, es porque es lo que debe realmente funcionar.
Este proceso mental suele fallar de base. En primer lugar, porque el cuerpo de un atleta avanzado está mucho más habituado a entrenar duramente que un principiante. Porque desconocemos el momento en que se encuentra el atleta, es decir, que quizá se encuentre en un pico de elevada intensidad y no podemos extrapolar que lo que hace durante esos días, es una muestra representativa de cómo entrena generalmente.
Y por último, porque en especial en gimnasios deportivos, muchos de los sujetos que son grandes y fuertes, consumen sustancias anabólicas para mejorar su rendimiento, siendo efectivo la forma de entrenamiento al fallo para dichos atletas.
Por último, me gustaría desmarcar algo más a los ejercicios con peso corporal que los ejercicios que emplean cargas. Los ejercicios con peso corporal, como las dominadas, estresan menos al sistema nervioso central, pudiendo nuestro organismo aguantar mucho mejor el entrenamiento al fallo que con ejercicios como la sentadilla con barra, el peso muerto o el press de banca.
Lo que no significa, que tengamos que moderar la intensidad a la hora de entrenarlos, pues a la larga, también acaban machacando nuestro organismo si los entrenamos constantemente de esta manera.
Sea como fuere, aprended a moderar la carga de vuestros entrenamientos. Os dejo dos interesantes artículos para que conozcáis formas de controlar el volumen y la intensidad de entrenamiento que debemos seguir: