El sentido de este artículo es centrar la atención en una sencilla cuestión, y es sobre la tendencia actual por los aficionados al deporte de no hacer ejercicios compuestos, especialmente aquellos que son complicados.
Esto se debe a múltiples cuestiones: falta de información sobre los beneficios de los mismos y de su ejecución técnica, lo “duros” que son en comparación con otros ejercicios, las tendencias que se dan en determinados núcleos de aficionados al deporte, sobre el miedo a lesionarse con movimientos en los que debemos levantar peso y la aparente poca utilidad que le ven a determinados ejercicios que no son capaces de encajarlos para trabajar un músculo específico.
El método Weider es muy útil como paradigma deportivo para ayudarnos a ganar masa muscular, pero la interpretación poco juiciosa que hace ciertas personas, les hace un flaco favor. E insisto que dicho método está muy bien articulado, sólo que se ha sido desdibujado hasta el absurdo por determinados aficionados al deporte, sufriendo especialmente en este ataque los ejercicios compuestos.
Al no ver que un ejercicio encaja en un grupo muscular o al no notar la congestión muscular localizada en una zona en especial, se suele desprestigiar el uso de ejercicios compuestos como las cargadas, arrancadas o el peso muerto.
El peso muerto, es uno de los ejercicios que ha quedado obsoleto, viendo como extraño o misterioso a alguien que decide entrenarlo. ¿Qué ocurre, que el peso muerto se ha convertido en un ejercicio inútil?
Para nada, lo que pasa es que se ha perdido la capacidad de sacrifico y de amor al deporte en sí mismo, entrenando únicamente con la finalidad de conseguir ponerse fuerte con el mínimo esfuerzo posible. Esto tiene que ver con la cada vez mayor importancia del aspecto estético y que cada vez está más de moda entrenar para ponerse en forma rápidamente.
Pero con el peso muerto ocurre como con las dietas, pues para conseguir alcanzar el éxito de forma sostenible a la larga e ir mejorando poco a poco, tenemos que establecer fuertes y sólidos cimientos, trabajando con ejercicios compuestos y de aislamiento, analizando cuáles son los que más nos funcionan y desechando los que no nos aportan beneficios.
Si centramos nuestros entrenamientos en aquellos ejercicios que son más sencillos, que realiza todo el mundo y sin ganas de sufrir un poco, os garantizo que los avances obtenidos no serán tan grandes. Si queréis sacar el máximo provecho a vuestros entrenamientos, poneos a prueba con los ejercicios compuestos y no temáis a sufrir, pues el esfuerzo merecerá la pena.
